viernes, 18 de noviembre de 2011

El todo observador


Algo pasa.

En el centro del mundo, en el medio de un gran páramo desolado, estaba cambiando algo. El vacío ya no existía y ahora Todo contemplaba aquella pequeña efigie.

Pero ella no podía ver, pues aun no tenía ojos.

Aquella extraña forma había surgido de una tierra impura, pero en su núcleo estaba empezando a brillar una luz que dejaba atrás toda impureza y resplandecía con tal luminosidad que se dejaba ver a través de su finisima membrana. Pues está claro que lo que allí se estaba gestando, no debía estar expuesto al mundo. Aun no.

Y mientras Todo observaba inquieto sin saber que un nuevo espacio se estaba creando en el medio de dos mundos, lo envolvía y lo pensaba… y pronto, muy pronto empezarían a pelearse por él.

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